You are viewing a read-only archive of the Blogs.Harvard network. Learn more.

Octubre de 2016, Croydon

Papá observó a Maggie con aire circunspecto y le puso delante el plato con sándwiches que acababa de preparar.

—Come, tienes muy mala cara.

Maggie no se hizo de rogar y mordió uno de los sándwiches. Papá no le quitaba ojo, pero el silencio le resultaba insoportable.

—¿Por qué es tan urgente que encuentres tu partida de nacimiento?

—Mi banco me ha pedido que regularice mis datos —se inventó.

—¿Has pedido un préstamo? ¿Ves como llevaba razón?, aún tengo olfato cuando se trata de mis hijas. Si necesitas dinero, ¿por qué no has venido a pedírmelo? Los bancos te exprimen a intereses, pero cuando se trata de remunerar lo que se les presta a ellos, entonces, vaya usted a saber por qué, ¡el dinero ya no tiene ningún valor!

—¿Porque tú le prestas dinero a tu banco? —preguntó Maggie, esperando haber dado con lo que pudiera quedar de la supuesta fortuna de nuestra madre.

Pero su entusiasmo duró poco, pues papá le precisó que se refería a su fondo de pensión. Varios miles de libras que no le rentaban nada, dijo suspirando.

—¿Y por qué quieres pedir un préstamo? ¿Es que tienes deudas?

—Papá, deja el tema, solo he querido negociar un pequeño descubierto, nada más. Pero ya sabes cómo es el sistema, por nada te piden miles de papeles. Por cierto, ¿tienes idea de dónde guardaba mamá los suyos?

—Y tanto que tengo idea, si era siempre yo el que se ocupaba de los papeleos en esta casa. A tu madre le horrorizaba todo eso. Voy a buscarte lo que necesitas.

—No te molestes, tú solo dime dónde están y…

El sonido del timbre puso fin a su conversación. Papá se preguntó quién podía ser, no esperaba a nadie, y el cartero siempre venía por la mañana. Fue a abrir y me encontró en el rellano.

—¿Has venido hasta aquí? —me preguntó incómodo.

—Pues ya ves que sí. He pasado por la revista a que me prestaran un coche. ¡Menudos atascos!

—Ya lo sé, precisamente lo estaba hablando con tu hermana.

—¿Maggie está aquí?

—¡Sí, pero no te vayas a creer que me he inventado lo del coche! Figúrate

—susurró—, ha venido a escondidas, esperando no encontrarme en casa, para…

—¿Para qué? —le pregunté ansiosa.

—Si no me interrumpieras, podría decírtelo. Para buscar unos papeles, quiere pedir un préstamo bancario. Tu hermana es una verdadera manirrota.

Maggie apareció en el pasillo y me lanzó una mirada asesina.

—Antes de decir nada de lo que luego puedas arrepentirte, harías bien en consultar tu móvil, te he dejado diez mensajes.

Maggie volvió a la cocina y metió la mano en el bolso. Su iPhone estaba en silencio, y pudo comprobar que yo había tratado muchas veces de advertirla de que la vía no estaba libre.

—Estaba despotricando de mi Austin, pero al final tendré que agradecerle esta doble sorpresa. Ya solo falta que aparezca también Michel. Voy a ver si me queda algo en el frigorífico, de haberlo sabido habría ido a la compra — dijo papá, aliviado de que no lo acusara de haber querido jugármela.

Comments are closed.